domingo, 30 de junio de 2013

La Navecilla Desdichada

En un planeta llamado Urco, situado en la galaxia de Human, donde todas las naves eran relucientes y bonitas, vivía uno que era oscuro y feo. Y por eso mismo, las demás naves espaciales se metían con él y no querían jugar con él por ser diferente. Cada vez que su mamá le mandaba a jugar con los demás, el se deprimía ya que le ignoraban y lo marginaban por su aspecto y por ser diferente a ellos.


Día tras día, la navecilla se iba deprimiendo más. No tenía con quien jugar y todo el mundo incluso sus hermanos no querían estar con el por ser más oscuro y feo. No podía reunirse con los demás grupos de naves. Cada día era peor. Cuando trataba de acercarse a los demás, le decían: “Eres una nave fea y rara, ¡vete! No queremos jugar contigo”.

La navecilla pensando que con lo feo y por ser más oscura que las demás navecillas, nunca nadie querría ser su amigo y abandonó su planeta: Urco, y se fue a una que estaba cerquita.
De camino en su viaje, se encontró con una anciana extraterrestre que estaba acompañada de dos mascotas un perro con dos patas pero aún así era precioso y un gatito sin cola pero bonito.
El perro con dos patas y el gato sin cola, se reían de su aspecto, pero la señora extraterrestre se apiadó de él y lo acogió. Por fin la navecilla empezó a sentirse aceptado. Un día pasaron volando un conjunto de naves espléndida y hermosas, a estas no les importaba tanto el aspecto de la navecilla pero la navecilla se sintió triste, porque otra vez volvían sus inseguridades de que nadie nunca la iba querer como amigo

Con la llegada del buen tiempo, y porque se podían ver mejor las estrellas fugaces y demás, la navecilla estaba feliz y contenta. Un día cuando salió a dar una vuelta por el espacio, vio otra vez a las espléndidas y hermosas naves volando y como la vez anterior, se quedó maravillada por su hermosura. Sin darse cuenta, la navecilla se fue volviendo como aquellas hermosas y espléndidas naves.


Todos los animales que antes se burlaban de él por su aspecto, se quedaron admirados y sintieron envidia de la navecilla. Ahora todos querían jugar con él, el tímido e inseguro navecilla, se sintió por fin querido ya que tenía amigos. Pero nunca llegó a creerse más que los demás porque tenía un gran corazón.

jueves, 20 de junio de 2013

La Prueba de Juan Luis



Cuando tengas miedo utiliza la espada, llévala hasta ti y desgarra tu mente. Destruye todos los miedos y temores, el resto vive en el pasado o en el futuro.




Hace ya mucho tiempo, en una tierra muy lejana, vivía un rey al que le faltaba muy poco tiempo de vida. Tenía tres hijos a los que amaba muchísimo, pero los tres no podían heredar el reino de Navarra, y pensando que era justo, decidió ponerles una prueba. Quien ganara, se quedaría con el reino.
Así que el rey Rodrigo IX mandó llamar a sus tres hijos: Gonzalo, Carlos y Juan Luis. Y procedió a darles dicha noticia:
-”Hijos míos, me queda poco tiempo de vida. Como no puedo daros el reino a los tres, me parece justo poneros una prueba los tres. Aunque bien sabéis vosotros eso nunca se ha hecho. Quien gane esa prueba, será el rey de Navarra.”
Tanto a Carlos como a Juan Luis, les pareció justa la decisión de su padre, pero a Gonzalo no. y los dos primeros estaban orgullosos aunque sabían que la decisión de su padre era arriesgada. Ya solo faltaba en que consistiría la prueba. El rey Rodrigo procedió a seguir diciendo de que trataría la prueba tras examinar las caras de sus hijos. Y dijo:
-”La prueba consistirá en qué tendréis que vencer a nuestro mejor joven guerrero: Felipe. Porque lo esencial para ser rey es vencer a cualquier guerrero, por mucho que sea el mejor de tal reino. Os daré un plazo de tres días comenzando por hoy para que os preparéis. Suerte y que gane el mejor.”
al terminar de hablar el rey, los tres muchacho salieron de la estancia, cada uno sumergido en sus propios pensamientos y sentimientos. Gonzalo, el mayor, estaba enfadado. Se suponía que cuando un rey moría el que heredaba el reino era el primogénito, no se le ponía una prueba, encima al alcance de todos los hijos. Aunque poco le importaba, porque sabía que el era el más cualificado físicamente para derrotar al temible y joven Felipe.
Carlos, el segundo, estaba contento con la decisión de su padre; ya se veía fuera, relegado a noble defendiendo una pequeña parte del reino de su hermano Gonzalo. Sabía que éste había tenido una estricta disciplina para la lucha, pero él o se quedaba atrás. Y Juan Luis era arena de otro costal; demasiado blando y enamoradizo. Un rey no podía ir por allí cantando canciones para su amada como hacía Juan Luis.
Por su parte, Juan Luis estaba feliz. Aunque se lo esperaba, a diferencia de sus hermanos. Lo que no se esperaba era de qué tipo de prueba se trataría. Felipe era su mejor amigo, debía reconocer que el era el mejor luchador que había visto en su vida. También debía reconoces que siempre le había tenido envidia por eso mismo.
Los tres empezaron a entrenar duro. Ninguno quería ser relegado a noble. También estaba preparándose Felipe. A pesar de su juventud, sabía que él era considerado por todo el reino el mejor en cuanto a destreza, ataque y defensa, y él lo sabía. No pensaba que el rey Rodrigo IX pondría una prueba a sus hijos, y menos que la prueba consistiría en derrotarle a él.
Ya solo faltaba un día para la gran batalla. El primero en comenzar sería Gonzalo, después Carlos y por último, Juan Luis. Los tres estaban nerviosos, en especial Juan Luis. Estaba nervioso pero contento porque Elena, al fin, había aceptado casarse con él. Tuvo que esperar mucho, pero gracias a una canción, ella le había dado el sí.
Al día siguiente empezó la prueba. La prueba tuvo lugar fuera del reino. Habían trazado un círculo en el que tendría lugar la batalla. Habían dispuesto que el combate tuviera lugar fuera del reino. Así que el que ganara, entraría al reino.
En medio del círculo estaba Felipe. Fuera del círculo había un señor que debía de presidir el combate. El rey dijo que podrían comenzar y entró en el círculo Gonzalo.
El combate de Gonzalo y Felipe fue intenso y largo, pero en un tropiezo de Gonzalo que Felipe aprovechó, este último pudo derrotar a Gonzalo. Otra vez tras la palabra del señor y tras el visto del rey entró Carlos. La pelea duró menos y fue más fácil para Felipe. Él sabía los puntos débiles de Carlos por los entrenamientos y no dudó en utilizarlos, y en aprovecharse de esos puntos débiles. Tras la derrota de Carlos, éste se retiró igual que su hermano Gonzalo, desolado, triste y muy muy furioso. Solo quedaba Juan Luis.
Tras el ritual de los dos anteriores, entró Juan Luis. Aunque pocos pensaban que iba a ganara, lo que ninguno sabía era lo mucho que se había entrenado. Quería que Elena se sintiera orgulloso de él. El combate estuvo muy igualado. Los dos luchadores se conocían muy bien en el combate. Pero tras un duro combate, Juan Luis consiguió vencer a Felipe. Todos aplaudieron y le felicitaron. Su padre le dio un beso y después un regalo. El anillo que había pertenecido a su familia desde tiempos inmemorables. Pero sus hermano solo lo felicitaron. No se imaginaban que el blando y enamoradizo de su hermano los ganara, pero aprendieron que nunca hay que subestimar ni juzgar a una persona por su forma de ser, porque puede ser más fuerte de lo que crees.

miércoles, 19 de junio de 2013

Abrazos, Caricias, Sonrisas y Un Para Siempre (parte 1)




"Sabes que te has enamorado de la persona adecuada cuando el silencio no es incómodo."




Otro día más sin ella, día tras día me levanto con esa sensación de que me falta algo, mejor dicho alguien. Solo quiero dormir, se que no puedo seguir así, que tengo que hacer algo, pero no tengo fuerzas para seguir. Para que, ya no está y nada volverá a ser lo mismo.
-¿Se puede? -es mi padre, siento ganas de gritarle y decirle que se vaya que me deje en paz. -Venga Ane, levántate, que hoy hace un día precioso, necesitas salir.
Me tapo con la manta y dejo que siga hablando, hasta que se da por vencido y decide irse.
¿Que sabrá el lo que necesito?, nos dejo abandonadas a mi madre y a mi y se fue con otra mujer. Para el debe de ser fácil, tiene a la otra... y solo la tenía a ella, mi madre, y ahora ya no está. Y yo no me había despedido de ella, si pudiera volver atrás en el tiempo... Los seres humanos tenemos la mala costumbre de no apreciar lo que tenemos y no valorarlo hasta que lo perdemos. Nos olvidamos de lo importante que son algunas personas para nosotros por el mero hecho de que damos por supuesto que siempre estarán ahí y no lo valoramos. Y cuando ya no están, nos damos cuenta de que nos faltó muchas cosas que compartir con esa persona, pero ya es demasiado tarde.

Soy Ane Urriarte y tengo 16 años, soy lo que se diría “una buena chica” y una chica del montón. No hay mucho que contar sobre mi, me encanta bailar y leer, me hace feliz cosas muy simples y amo que me den un abrazo sin venir a cuento. Me crié solo con mi madre y a mi padre le veía de vez en cuando. Siempre me tenía envidia de mis amigas, ellas tenían a sus padres juntos.
2 horas después decido levantarme y darme una ducha fría para despejarme y dar una vuelta. Media hora mas tarde ya estoy en la calle, no quiero encontrarme con nadie, ni siquiera con un amigo, aunque lo necesito, prefiero estar sola. No quiero hablar con nadie sobre el tema, y tampoco quiero que sientan lástima por mi, no necesito su consideración.
Llevo ya una hora deambulando sin rumbo fijo cuando decido sentarme en un parque. Hay muchos niños jugando.
Me fijo en un niño que esta llorando, porque se ha caído del columpio, y como su mamá va corriendo hacia el. Y cuando ya está cerca de el le canta la típica canción “sana, sana culito de rana, si no se cura hoy se curara mañana.” y le da un beso en la herida. Este paro de llorar y le dio un abrazo a su madre.
Ver esto me desmorona internamente y me puse a llorar.
-¿Estás bien? -me doy la vuelta buscando al propietario de esa voz. Es un chico alto y fuerte, tendría mi edad o un año más seguramente. No soy buena para calcular los nombres de la gente. Lleva una caja de bombones en la mano.
Contesto con un escueto “sí”, mientras me seco las lágrimas con la manga de mi sudadera.
Se sienta al lado mio. Dejo de llorar.
-Bueno, veo que ya has parado de llorar, me llamo Ander, encantado.
-Ane...
-Quieres hablar. ¿Estás bien? Si no quieres hablar no pasa nada, me quedaré aquí sentado sin decir nada.
-¿Me puedes dejar en paz? Que yo sepa no te he invitado a sentarte. Estoy bien.
Dicho esto va y me abraza, al principio me resisto. Pero acabo cediendo. Necesitaba ese abrazo aunque procediese de un desconocido, daba igual de quien fuese. Solo necesitaba un abrazo y no preguntas y miradas de compación.
-Ya pasó, aunque llorar te vendrá bien.
Nunca habría echo esto, pero con el era diferente, me inspiraba confianza y le conté todo. Era como si le conociese de toda la vida.
-Me tengo que ir, gracias. -Dos horas más tarde, me doy cuenta de que es demasiado tarde, me van a reñir.
-¿Te volveré haber?, sobran. Toma, para que cuando te las comas pienses en mi ja, ja, ja. -Me entregó la caja.
-No sobran enserio, gracias por los bombones, espero que tu madre no se enfade. Si el destino quiere, sí.
Me voy con una gran sonrisa en la boca, no me lo podía creer. Se que me está mirando y me obligo a mi misma a no darme la vuelta. Vitoria es pequeña, le volveré haber pienso y me encantaría que fuese así.




Continuara...
















El Último Golpe.

           "Deja que el tiempo borre las cenizas, dejando sólo la frágil llama de un nuevo comienzo."


Son las siete de la mañana y el camión de la limpieza acaba de pasar dejando un fresco olor a limpieza y a humedad. En el número cuatro de la calle Amargura todavía está la puerta abierta esperando a que se seque el portal, cuando en el quinto piso ya huele a café. Es Lucia, una joven de 28 años, quien está preparando el desayuno para sus dos hijos, de tres y cinco años. Mientras prepara las tostadas, no dejar de atormentarse al pensar en sus dos grandes aliados: el maquillaje, ese que disimula los moratones en el rostro, y su teatro de “no es nada, no es nada, corazón” ante su hijo Sergio.

Pero hoy sería la última vez, ya no habría más golpes, lo tenía preparado tod. Dejaría a los niños en la guardería en una hora.
En cierto forma siempre había sabido que esta situación tarde o temprano acabaría, pero uno de los dos no saldría de esta; era ella y los niños o él. Él nunca se había atrevido a tocar a los niños hasta hacía dos días, cuando se atrevió a poner las manos encima de Sergio. El niño acabó con magulladuras y no paraba de llorar. Tuvo que hacer milagros para calmarlo. En ese momento se dio cuenta de que debía actuar, por los niños. No dejaría que él hiciese lo mismo con ellos. Que acabara con sus sonrisas, sus ilusiones como con ella.
Una hora después, los niños ya estaban en la guardería. Lucas llegaría a cada en una hora y media aproximádamente. Saco el cuchillo que había comprado el día anterior y lo dejó encima de la mesa. Se sentó y observó el cuchillo con miedo.
Ya había pasado una hora y media y estaba algo nerviosa. Lucas no llegaba y no sabía qué hacer. Se levantó de la mesa y se puso a dar vueltas por el saló con el cuchillo en la mano derecha. Se dio cuenta de que estaba llorando y que temblaba. Las lágrimas caían sobre su mejilla en silencio. Se las limpió furiosa, mientras se repetía una y otra vez: “no llores, sé fuerte”.

Después de media hora más, deambulando por la casa, oyó unos pasos. Al instante, el sonido que hacían las llaves al ser introducidas en la ranura para abrir la puerta, y notó en ese momento que había estado aguantando la respiración. Lucas entró en la casa como siempre y comenzó a llamara Silvia gritando e insultándola. Silvia salió del salón. Mientras iba hacia el encuentro de Lucas, tenía las dos manos en la espalda para esconder el cuchillo. Lucas no se dio cuenta de su presencia porque estaba leyendo el periódico. Cuando ya estaba a cierta distancia de él, le clavó el cuchillo en la espalda y se lo volvió a “sacar”.
Lucas dio un giro de 180 grados sobre si. Silviaa vio la cara de estupor, furia, rabia y finalmente sorpresa que se le quedó al darse cuenta de quién era la persona que le había acuchillado. Trató de sostenerse, se tambaleaba mientras avanzaba hacia Silvia. Esta retrocedió con miedo al ver los ojos rojos inyectados en sangre y la mirada de Lucas.
Silvia agarró con fuerza el cuchillo, y se obligó a si misma a avanzar hacia Lucas. Levanto el cuchillo y con furia, recordando por todo lo que él le había echo pasar. Por sus humillaciones tantas veces, le clavó el cuchillo de nuevo pero esta vez en el pecho. Y finalmente después de tambalearse, se cayó al suelo.
Silvia dejó y comenzó a llorar desconsoladamente, el ya no estaba, no volvería a hacerles daño jamás.
Luego cuando se serenó, llamó a la policía y les contó todo lo que había pasado sin omitir ningún detalle.
No le importaba las consecuencias que eso implicaba. Solo sabía que todo había acabado, se había terminado la pesadilla y solo quería volver a abrazar a sus hijos.

Recuerdos Trágicos.




"Olvida lo que te hizo daño en el pasado, pero jamás olvides lo que te enseñó."



Odio tener que recordar los siete primeros años de mi vida. Detesto que me pregunten por mi infancia. De esos siete años vi más de lo que cualquiera puede ver en noventa, o en doscientos años si lo viviera. De ellos, más que recuerdos, me quedan cicatrices. 




23 de Agosto de 1996 – Bilbao.
La luz cegadora procedente del sol, me da en la cabeza. Llevo una hora aguantándolo, el sol golpea con fuerza. Noto como mis delgadas y huesudas piernas comienzan a flaquear. Y noto mi boca pastosa, tengo sed. Pero debo seguir cavando, porque sino él volverá y me castigara.
Ya solo me queda unos centímetros para llegar a donde él dijo. Otra chica más que no es buena. Al principio no lo entendía, él decía que era necesario hacer eso. Las chicas no eran niñas buenas y no merecían estar en este mundoY yo soy su ayudante. Solo tengo que preocuparme de cavar donde y los centímetros que el había mandado. Y el echo de no hacerlo tiene un castigo.
Sigo cavando media hora mas, hasta que por fín llego al nivel que él dijo, dejo la pala en el suelo y entro a la cabaña. Me tomo dos vasos de agua.
Le doy golpes a la televisión para que funcione. Cuando por fin decide funcionar de manera decente, me siento en el suelo, no tenemos la mando, y los botones de la tele no funcionan, así que siempre tenemos que ver el mismo canal. Las noticias acaban de empezar y me quedo petrificado al ver la imagen que muestra, ¡es él! y más al oír lo que dice el señor ese:
“Esta mañana ha sido detenido Antonio Uriarte acusado del asesinato de la joven María García. Se cree también que puede ser el responsable de la muerte de otras cinco jóvenes. La policía a registrado su casa en busca de pruebas, pero parece ser que no se ha encontrado nada, aunque no descartan la posibilidad de que tenga otra casa o un escondite...”
Empiezo a dar vueltas de arriba a abajo, no se que hacer, ni donde ir. Acabaran descubriendo este escondite, pero no sé que hacer. Le han detenido, ¡por fin!
Después de un rato pensado, doy con la única solución que tengo. Llamar al 112, no se si ese numero existe, pero en las noticias suelen poner ese numero.
Tres tonos, contesta una voz femenina. Me pongo muy nervioso, no se que decirla, la señora, me dice que me tranquilice y que le cuente qué pasa. Al principio, empiezo a hablar muy rápido, casi sin vocalizar. Ella me pide que lo vuelva a repetir, pero mas despacio y que me relaje. Le hago caso y se lo cuento algo más relajado, ella me dice que enseguida irán para ahí, pero me pide la dirección; no me la sé y las lágrimas empiezan a asomar otra vez por mis ojos. Ella me dice que no me preocupe, que no importa, que ya la conseguirá. Que todo saldrá bien.