"Olvida lo que te hizo daño en el pasado, pero jamás olvides lo que te enseñó."
Odio tener que recordar los siete primeros años de mi vida. Detesto que me pregunten por mi infancia. De esos siete años vi más de lo que cualquiera puede ver en noventa, o en doscientos años si lo viviera. De ellos, más que recuerdos, me quedan cicatrices.
23 de Agosto de 1996 – Bilbao.
La luz cegadora procedente del sol, me
da en la cabeza. Llevo una hora aguantándolo, el sol golpea con
fuerza. Noto como mis delgadas y huesudas piernas comienzan a
flaquear. Y noto mi boca pastosa, tengo sed. Pero debo seguir
cavando, porque sino él volverá y me castigara.
Ya solo me queda unos centímetros para
llegar a donde él dijo. Otra chica más que no es buena. Al
principio no lo entendía, él decía que era necesario hacer eso.
Las chicas no eran niñas buenas y no merecían estar en este mundoY
yo soy su ayudante. Solo tengo que preocuparme de cavar donde y los
centímetros que el había mandado. Y el echo de no hacerlo tiene un
castigo.
Sigo cavando media hora mas, hasta que
por fín llego al nivel que él dijo, dejo la pala en el suelo y
entro a la cabaña. Me tomo dos vasos de agua.
Le doy golpes a la televisión para
que funcione. Cuando por fin decide funcionar de manera decente, me
siento en el suelo, no tenemos la mando, y los botones de la tele no
funcionan, así que siempre tenemos que ver el mismo canal. Las
noticias acaban de empezar y me quedo petrificado al ver la imagen
que muestra, ¡es él! y más al oír lo que dice el señor ese:
“Esta mañana ha sido detenido
Antonio Uriarte acusado del asesinato de la joven María García. Se
cree también que puede ser el responsable de la muerte de otras
cinco jóvenes. La policía a registrado su casa en busca de pruebas,
pero parece ser que no se ha encontrado nada, aunque no descartan la
posibilidad de que tenga otra casa o un escondite...”
Empiezo a dar vueltas de arriba a abajo, no se que hacer, ni donde
ir. Acabaran descubriendo este escondite, pero no sé que hacer. Le
han detenido, ¡por fin!
Después de un rato pensado, doy con la única solución que tengo.
Llamar al 112, no se si ese numero existe, pero en las noticias
suelen poner ese numero.
Tres tonos, contesta una voz femenina. Me pongo muy nervioso, no se
que decirla, la señora, me dice que me tranquilice y que le cuente
qué pasa. Al principio, empiezo a hablar muy rápido, casi sin
vocalizar. Ella me pide que lo vuelva a repetir, pero mas despacio y
que me relaje. Le hago caso y se lo cuento algo más relajado, ella
me dice que enseguida irán para ahí, pero me pide la dirección;
no me la sé y las lágrimas empiezan a asomar otra vez por mis ojos.
Ella me dice que no me preocupe, que no importa, que ya la
conseguirá. Que todo saldrá bien.
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